Nosotros los adolescente vivimos una difícil "postura existencial". Ello puede ayudar a comprender las "inestabilidades" y "vaivenes" emocionales a los que nos vemos sometido y que suele expresar nuestra conducta.
Nosotros losl adolescente solemos tener una afectividad muy rica pero inestable; extremista en sus estados de ánimo (grandes alegrías y grandes tristezas) como si también en esto -como ocurre en el mundo intelectual- "quisiera probar de todo" y "a tope".
En efecto, vivimos todo de forma comprometida: nos metemos hasta el fondo. Somos capaz de grandes depresiones o entusiasmos "irreflexivos". "Somos capaces de lo mejor y de lo peor"...
A veces, nos mostramos irreflexivos, nos angustian, o nos entra el pánico y "salimos con bobadas" de lo más pueriles.
Por eso, nuestra conducta resulta "rara" y muchas veces "desconcertante". Podemos plantearnos el "porqué" de todo esto:
I. Ya hemos visto que gran parte de los cambios que se dan en el adolescente (los cambios corporales y sociales) tienen un denominador común en cuanto a consecuencias: les provoca angustia.
La angustia es uno de los fenómenos más frecuentes en nosotroslosl adolescente. Esta angustia a veces se expresa en forma de miedos, o de sentimientos de extrañeza, o en "nostalgias" (el adolescente que durante la noche se imagina que "sus padres no son sus padres", "que se mueren y él se queda solo"... etc.).
Otras veces se elabora en forma de rebeldía, de "depresiones", de soledad... etc.
II. Junto a la angustia, e inseparable de ella, surge la inseguridad. El adolescente se nota incierto ante sí y ante lo que le rodea, por eso es ambivalente frente a la mayoría de las cosas.
III. La inseguridad y la angustia, unidas a su capacidad de conceptualización, conducen al adolescente a un "meterse en sí mismo". Se vuelve introvertido y se plantea una serie de cuestiones acerca de él mismo: ¿Quién soy yo?, ¿qué quiero?, ¿adónde voy?. No le resulta fácil contestarse: no se comprende a sí mismo y por eso piensa que los demás tampoco le comprenden. Esto le desanima, duda de sí, se siente inseguro... y todo ello contribuye a que se aísle (se "encierra en su habitación"... etc.).
Esto no quita para que, frente a los demás, "mantenga el tipo" y se muestre fuerte, arrogante, incluso agresivo. Dará "contestaciones" a todo, expresará "convicciones" firmísimas... se convertirá en el prototipo de la edad difícil.
No hay que olvidar que esta manera de comportarse, excéntrica y rara, obedece a dos necesidades:
a) La de autoafirmarse y "sentirse alguien" en medio de su caos y angustia.
b) La de poner a prueba a los adultos.
IV. Esta situación afectiva incómoda del adolescente justifica -al vivir tan centrado en sí mismo- la aparición en esta fase de la vida de numerosos mecanismos de defensa a los que tiene acceso por su recién adquirida capacidad de conceptualización.
Los mecanismos de defensa más frecuentes utilizados por nosotros los adolescente y que explican alguna de las conductas que observan en nosotros, son:
- La fantasía (el "soñar despierto" imaginándose grandes, queridos, admirados...).
- La sublimación (eleva el móvil de sus acciones al no saber cómo enfrentarse con situaciones concretas y al alcance de sus manos: Es esta la época de las "vocaciones misioneras", del amor a la humanidad, del pensar en un mundo limpio y justo, de los "idealismos"...).
- La intelectualización (el "tener una razón" y "perderse en divagaciones y explicaciones" para todo).
- El ascetismo (el deseo de "poder" al cuerpo y así sentirse "controladores" de lo que les desconcierta). El deporte, la naturaleza, etc., cobran un nuevo sentido "finalista" a esta edad, ya no se practica sólo "por pasarlo bien".
Comportamientos como estos, afectan las relaciones interpersonales en el adolescente y es debido a los cambios hormonales, físicos y emocionales que se experimentan en esta etapa de la vida; pero si los padres desarrollan una gran fuerza interior en su hijo desde la infancia, éste podrá vivir una adolescencia con menos angustia, miedo, sin sentido etc. La fuerza interior incluye la toma de decisiones conscientes e independencia.
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